Me choca lo que yo mismo acabo de escribir: “Reavivados de Vacaciones”. Voy a explicar. Escribo y grabo los programas “Reavivados Por Su Palabra”, en casa (en Rio Grande do Sul), y envío el material del contenido sin procesar, para ser editado y puesto al aire en la sede de Nuevo Tiempo (SP). Como el programa es diario, hago eso semanalmente; mando un promedio de siete cada vez. Sucede que esta vez, envié 41 programas de una sola vez. Entonces, entré en Facebook y creé una charla colectiva con mis tres productores de Jacareí para verificar si estaba todo “ok” con el material. Cuando el Face me solicitó colocar un nombre a la charla, le di el título de “Reavivados de Vacaciones”. Hasta ahí todo bien, por tratarse de la provisión por adelantado de trabajo suficiente para que no falte nada durante las vacaciones. Pero, los reavivados ¿toman vacaciones? Sí, ese término finalizó llevándome a reflexionar en realidades más profundas sobre nuestra condición de “Reavivamiento y Reforma”.
Desde que pasé a ser pastor de iglesia, hace años vengo observando un fenómeno interesante. Es muy común que en los meses de diciembre a febrero las entradas financieras de una congregación sufran bajas. Y eso es intrigante. ¿Por qué aquellos que son dadores regulares durante los otros nueve meses del año, entregarían menos ofrendas y diezmos justamente en los meses en los que hay inclusive más dinero en sus manos? ¿Sería porque el mayor volumen de dinero los llevaría a la tentación de no dar? ¿Estarían viajando y donarían en otras iglesias? ¿No estarían suficientemente instruidos para administrar una cantidad monetaria un poco mayor? ¿Los gastos extra mensuales típicos de fin y principio de año estarían debilitando más sus bolsillos? Después de buscar hipótesis tras hipótesis, que al revelarlas siempre me decepcionaban con un “no”, encontré un “especialista” que me dio una respuesta convincente.
Ese colega era un pastor designado para trabajar exclusivamente con la Mayordomía Cristiana, atendiendo a todas las iglesias de una gran área geográfica. Y él me explicó que el problema sí estaba relacionado con Mayordomía Cristiana, pero no con los “Diezmos y Ofrendas”. Entonces me mostró algunos estudios que apuntaban a un tipo de “vacaciones de Dios”. Yo me asusté. Al llegar el verano, la rutina de vida cambia. Algunos trabajan más, pasando a tener dos o tres empleos, para aprovechar el mercado reactivado y hacer su provisión anual (o conseguir una “extra” para reducir sus deudas). Otros dejan de trabajar por algunos días o semanas. Y aun otros hacen ambos. Desgraciadamente, el cambio temporario de quehaceres cotidianos también ocurre con la costumbre de las disciplinas espirituales. ¡A raíz de la infidelidad viene la falta de devoción!
La comunión con Dios no sucede por un pase de magia. La lectura bíblica, el tiempo de oración profunda, la alabanza y el testimonio personal son el pan de cada dia. El día en que usted no come, o come mal, el organismo lo pasa mal. Muchos días sin comer, o sin comer bien, traen debilidad, enfermedad, falta de poder y apostasía. Y eso no puede suceder solo porque usted apretó la tecla de “pausa” para algunos otros usos diarios. La narrativa bíblica está repleta de héroes de la fe que cayeron al bajar la guardia (Abrahán, Moisés, Sansón, Saúl, etc.), inclusive y muchas veces, después de grandes experiencias espirituales (David, Elias, Pedro, Judas, etc.). Algunos se volvieron a levantar, pero otros dejaron, para siempre, de ser héroes. Y esa tentación al fracaso sigue golpeando la puerta de los creyentes que, generalmente, ponen a Jesús en el cajón justamente el sábado o el domingo de noche, después de haber tenido “un dia de adoración”.
Espero que, como yo, usted también tenga la oportunidad de descansar este verano. En cuanto a su trabajo, ¡haga eso! Pero no en cuanto a su fe. El mandamiento de Jesus dado en Mateo 6:33 significa que la devoción personal es prioridad por encima de la recreación, del ocio, del placer y del descanso. Al hacer viajes largos, vaya escuchando audios que le hablen de Dios. Lleve material evangelístico y vaya repartiendo. Al levantarse (tal vez no tan temprano), haga su culto personal. Si fuese a trabajar doble, haga como Lutero, que entonces oraba el doble. En su búsqueda, al armar el itinerario, incluya las iglesias. Siga cuidando de su salud, pues al fin, dar recreo al resto del cuerpo y no al sistema digestivo seria una aberración. En su descanso, incluya música cristiana. Continúe leyendo la Biblia diariamente y no pierda los cultos. “Velad, pues en todo tiempo orando…” (Lucas 21:36). El reavivamiento y la reforma no tienen pausa. El amor y el cuidado del Señor por usted no tienen descanso. Tome vacaciones, ¡pero no de Dios!
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